La fidelidad como todos ya sabemos no es patrimonio de la relación únicamente asociada al sexo, la fidelidad es un sentimiento que parte de nosotros mismos en clave de lealtad, constancia, veracidad, sinceridad, fe, honestidad, es decir; que el hecho de la promiscuidad no empaña ser fiel, pues nunca se es infiel en una relación si la honestidad esta presente.
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Como es natural trato de exponer la perfidia en su mas pura realidad, obviamente quedan indultados los sentimientos del deseo por lo desconocido y lo bello ante nuestros ojos, sacudidas que todo ser humano padece desde sus mas intimas fantasías, sin que necesariamente tenga que afectar a la pareja ya que contrariamente en muchas de las ocasiones los resultados son saciar ese apetito con la persona amada y por ende se fomenta el amor, es decir; toda persona enamorada pasa por momentos donde sus utopías le hacen volar a otros lugares sin que esto represente infidelidad, pues si lo fuera ¡todos seriamos infieles!
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Las taras de la cultura rancia nos hacen creer que el hecho de mantener una relación atrayente en el deseo; nos debe obligar de forma definitiva en la relación, déjenme decir que en mi criterio esa obligatoriedad cuando se hace presente, suele ser el primer síntoma de la decadencia del deseo inicial. Sintetizando para no hacer demasiado farragosa esta exposición insistir, que cuando el amor entre dos aglutina esa amalgama de sentimientos necesarios, la fidelidad es uno de ellos y por lo tanto no cabe su antagonista, ahora bien; cuando el amor se termina por galimatías de la pareja, la infidelidad aparece ya que se pierde la honestidad como fruto de los prolegómenos de aquello que esta presto a terminar.
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Dada la cultura que el gran número de sociedades en el mundo han adquirido para su propio bienestar deberíamos ir asumiendo que el promiscuo en una relación de pareja no es culpable de infidelidad siempre que sea honesto, ni merece retrotraernos en el tiempo para quemarlo en la hoguera, tanto es así que en las sociedades más avanzadas el adulterio esta despenalizado por el legislador, se podría decir con todo juicio que el tachado de adúltero es el mas decidido de los dos, en iniciar la ruptura del íntimo deterioro marital que han generado ambos.
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Llegados hasta esta evidencia, la otra parte por lo general adopta una posición de dolor por el supuesto engaño, pero en realidad lo que hace es poner de manifiesto sus arcaicas creencias, cuando en verdad debería agradecer que sea su consorte quien inicie la ruptura del infierno en el que viven.
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Recapitulando; desde mis dogmas cuando la realidad se torna insostenible a pesar del intento común por reconducir la relación; las dos partes desde su maquinal comienzan a liberarse el uno del otro y por lo tanto admiten la posibilidad de terceras personas en sus vidas, lo que nos determina que la infidelidad ya no existe como tal, puesto que en todo caso desde el irreflexivo del uno y del otro es ya consentida, cuanto mas se prolongue el escenario final de la relación, mas abrupta se tornará la ruptura.
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Como es natural estas creencias no son irrefutables, pues también se dan muchísimas parejas que terminan aceptándose en una convivencia atípica al verdadero amor por un sinfín de razones, podríamos citar como ejemplos; mantener el status familiar y la apariencia ante los demás, los hijos, o por estar inmersos en ciertas edades donde se hace demasiado difícil trazarse un nuevo comienzo, en estos supuestos; sus vidas caminan análogas y prefieren ignorar y ser ignorados en sus relaciones extraconyugales, cuidándose de que no aflore la auténtica realidad para evitar el escándalo, claro que con esta situación tampoco se da la infidelidad ya que la misma está sumergida en la aquiescencia de cada uno de ellos.
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Se podría decir que aquellas parejas que dilatan su relación cuando esta quedó muerta o que incluso nació ya sin posibilidades, se suele terminar con una situación de rechazo incontestable, pues a pesar de admitir la nueva situación de terceras personas en sus vidas las admiten en la propia pero no en la del otro, por el contrario de haberlo razonado al principio de sus sólidas diferencias, los mantendría en esa relación de amistad que es tan necesaria cuando la descendencia fruto de ambos esta presente y, si no la hubiere también.
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Por otra parte; señalar para concluir que una relación inmersa en esta situación aún se podría complicar mas por el componente posesivo que a través de generaciones lleva implícito el hombre en sus genes, lo que hace que si es la otra parte quien determina la ruptura se manifieste desde la sublevación, (incluso admitiendo que vive en un agotado status marital), su reacción suele ser proporcional al grado de la educación recibida, en demasiados casos desgraciadamente trágica y en otros casos que sería lo deseable desde el dialogo y la razón, por todo esto es que creo que nadie es infiel en el amor cuando la honestidad de la pareja esta respaldada por ambos.
¿O no? ¡Pues eso!